Imagínate a alguien sentado durante horas contemplando su título de doctorado colgado en la pared. Esta persona goza a plenitud la satisfacción de haber alcanzado este importantísimo hito y le invade una enorme dicha y una sensación de autorrealización. Pero el esfuerzo que eso podría haber conllevado sólo se lo puede imaginar, ya que lo único que hizo esta persona para recibir este doctorado fue gastar dos dólares en una tienda de ocasiones para comprar una réplica barata y colgarla en la pared. De hecho, esta persona jamás puso un pie en la universidad. Pero no es eso lo que importa: el diploma le da muchísimo placer…
Si este hombre fuera nuestro hermano, ¿compartiríamos su felicidad o intentaríamos llevarlo al psicólogo?
La satisfacción que podríamos obtener de un diploma falso en realidad no es distinta a la felicidad que podría inducir una píldora mágica. Ambas se basan en la fantasía. La verdadera autorrealización viene de haber trabajado con ahínco y logrado nuestros objetivos. Muchas personas creen que lo opuesto del dolor es el placer. Están equivocados. Lo opuesto del dolor es la ausencia de dolor: es decir, la comodidad.
No confundamos la comodidad con el placer. Sólo podremos alcanzar los placeres más profundos y duraderos de la vida si invertimos esfuerzo y dedicación, cuando luchamos por crecer y trascendemos nuestra “zona de comodidad” para concretar nuestro potencial. Ello resultará en una vida plena de significado y una sensación interna de que somos valiosos, lo cual a su vez nos permite sentirnos verdaderamente íntegros.
No existen atajos para alcanzar la verdadera autorrealización.
No hay soluciones mágicas. La comodidad es ilusoria, pues crea el espejismo del placer. Probablemente podamos limitar nuestro dolor, pero a la vez nos privamos de los logros auténticos y terminamos con una profunda desazón.
Al enfrentar los desafíos nos sentimos llenos de vida. Al flexionar nuestros músculos del libre albedrío, fortalecemos nuestra alma y logramos una sensación auténtica y perenne de gratificación. ¡No nos conformemos con imitaciones!
En resumen
La verdadera autorrealización es fruto exclusivo del esfuerzo y los desafíos. No existen atajos.
No confundamos el placer con la comodidad. La comodidad es la ausencia de dolor; el placer exige esfuerzo.
La búsqueda de la comodidad nos da una sensación falsa e ilusoria de placer. Limitamos el dolor, pero a la vez nos privamos de la auténtica gratificación y autorrealización.
0 Comentarios