¿Qué padre no se equivoca? Todos lo hacemos. Ser padre es una actividad diaria que requiere paciencia, resiliencia e impulso. Tal como les enseñamos a nuestros hijos a aprender de sus errores, también nosotros podemos hacerlo. Aquí hay algunos errores comunes de disciplina que cometen los padres y algunas soluciones posibles.
Volverse atrás: Si le fijas reglas a tu hijo, asegúrate de apegarte a ellas. Por ejemplo, si le dices a tu hijo que “a la hora de ir a la cama debe irse a la cama”, debes apegarte a esa regla. Si no lo haces, ningún niño tendrá ningún incentivo de cambiar su comportamiento en el futuro.
En cambio, sigue adelante con tus reglas, si creas reglas que no puedes seguir, ¿cómo puedes esperar que tus hijos confíen que el resto de las reglas son firmes?
Mentir: A veces es muy tentador decirles a los niños mentiras pequeñas para resolver una situación problemática. Por ejemplo, si estás en el supermercado y tu hijo quiere un paquete de galletas, pero tú no deseas comprarlas, puedes resolver temporariamente el problema diciendo: “Lo siento, no podemos comprarlas porque no están a la venta”. Más tarde tu hijo puede ver que un primo come esas mismas galletas y se sentirá bastante confundido: o su primo las robó o tú le mentiste.
Bonnie Maslin, autora de “Picking Your Battles” explica que lo mejor es empatizar con tu hijo. Di algo como: “Cariño, yo sé que deseas esas galletas. Se ven muy sabrosas, pero hoy prefiero comprar alimentos más sanos”. Esto le permite al niño saber que lo escuchas, pero no crea una situación en la cual no eres honesto.
Perder el control: Cuidar a varios niños requiere una enorme dosis de paciencia. A veces puedes llegar a perder el control y gritarles. El problema con esta forma de disciplina es que cuando te enojas les enseñas a tus hijos que no hay ningún problema en que también ellos se enojen.
En cambio, reconoce que no sólo los niños necesitan momentos de respiro. Date permiso de alejarte de una situación difícil (siempre y cuando eso sea seguro). Respira profundo, cuenta hasta diez, y luego serás más efectivo para disciplinar a tu hijo.
Continuar hablando: Al razonar o disciplinar a tu hijo, puedes verte tentado a explicarle la situación tal como hablarías con un adulto. Sin embargo, los niños no son adultos en miniatura y las instrucciones o explicaciones demasiado largas simplemente los sobrepasan.
La alternativa es mantener las instrucciones breves y concisas: “No te quejes. Habla con tu voz de niño grande”. “Ordena los juguetes antes de bañarte”. “No hay bocadillos antes de la cena”. Los niños responderán mejor a estas declaraciones que a un largo sermón.
Cambiar el comportamiento negativo de tus hijos probablemente requerirá que tú mismo cambies. Algunas de las cualidades personales más valiosas como paciencia, tenacidad, coraje, autocontrol y aceptación se adquieren en el proceso de la paternidad.
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