Las cuatro T

1. ¿Dedico tiempo a reflexionar?

Establecer prioridades no solo al comenzar el día, sino en el transcurso de nuestra vida, es esencial. Algunas veces convertimos en prioridad las cosas equivocadas. Pensemos cómo esto puede aplicarse a nuestra vida cotidiana y de fe: ¿Pongo a Dios primero o actúo según mejor me convenga?, ¿mi trabajo es más importante que el tiempo que comparto con mi familia?, ¿existe un balance sano entre mi vida personal y mi vida laboral?

Reflexionar no significa que tengamos que sentarnos largas horas a pensar qué vamos a hacer. Dediquemos un momento del día, preferiblemente en la mañana, a una reflexión corta con Dios, ofrezcámosle nuestros actos y si es uno de esos días en los que no nos sentimos muy bien, con más razón busquemos unos minutos para dialogar con Él.

2. ¿Conozco mis talentos?

Todos nacimos con dones y talentos, y aunque a veces nos cueste encontrarlos, es fundamental que los pongamos en acción. Para poder ofrecerlos a los demás, primero es importante conocernos a nosotros mismos, saber para qué somos buenos, cuáles son nuestras fortalezas y debilidades.

En la oración podemos encontrar respuesta a muchas dudas, dentro de ellas: ¿Cuál es el propósito que Dios tiene para mí? Estar llenos de talentos, pero no emplearlos para servir a los demás, no tiene ningún sentido. Recordemos que la fe sin obras es una fe muerta.

3. ¿Transmito positivismo?

¡Qué importante es este punto! A nadie le gustar estar con una persona que irradia negatividad, desesperanza o conflicto. Un buen cristiano transmite felicidad y entusiasmo, no permitamos que los obstáculos de la vida nos arrebaten la alegría. ¿A los demás les agrada compartir tiempo conmigo o por el contrario se quejan de mi constante amargura?

4. ¿Soy un buen tutor para los demás?

Las palabras tienen un gran poder. Con ellas podemos destruir y construir, por eso es tan importante ser fuente de inspiración para otros, animar a nuestros amigos a perseguir sus sueños, a levantarse después de las caídas y subirles el ánimo cada vez que sea necesario. ¿Mis palabras son edificantes?

¿Los demás me buscan para encontrar consejo y consuelo?, ¿estoy dispuesto a escuchar con paciencia a los demás? Esta, también puede ser una obra de misericordia, estar ahí para esos amigos y familiares a los que les cuesta ver el lado positivo de la vida.

Las cuatro A

 1. ¿Qué actitud tengo?

Si mi autoestima está por el piso, difícilmente podré tener un impacto positivo en los demás. La actitud lo es todo, especialmente en los momentos difíciles y este punto está estrechamente unido a la tercera T, transmitir positivismo. Si mi actitud es desinteresada hacia otras personas, muy probablemente mi círculo social empiece a desvanecerse.

¿Soy de los primeros en echarme a la desdicha a causa de los problemas?, ¿suelo rendirme con facilidad en vez de buscar otras soluciones?

2. ¿Me acepto tal como soy?

Este, a mi modo de ver, es el punto más importante. ¿Si no me acepto y me amo tal como soy, quién más lo hará? Es indispensable que nos amemos a nosotros mismos. Es cierto que podemos mejorar y trabajar para dejar a un lado algunos defectos y aspectos con los que no nos sentimos cómodos, pero si la aceptación no emerge de nuestro interior, seré una persona inconforme toda la vida.

3. ¿Soy auténtico en todo momento?

Qué complejo es aceptar las máscaras con las que constantemente vivimos. Ser auténtico con los demás no debería ser un tema que genere duda o temor, si andamos por la vida siendo una persona en el trabajo, otra con nuestra familia y otra con nuestros amigos ¿En qué momento sabremos quienes somos en realidad?

4. Altruismo ¿Me esfuerzo por servir a otros?

Algunos tienden a pensar que para ayudar a otros es necesario ser millonario, pero en realidad todos podemos ayudar. Contar con la actitud de servicio es el primer paso, dar un abrazo, ofrecer palabras de aliento, brindar nuestra compañía, sacarle una sonrisa a un amigo triste o irnos de misiones. Todas estas obras nos permiten desprendernos de banalidades absurdas, del egoísmo o el individualismo.

 No siempre podemos hacer grandes cosas, pero si podemos hacer cosas pequeñas con gran amor. – Teresa de Calcuta –

Te invito a repasar estos interrogantes con frecuencia, puedes hacerlo una vez al mes y darte cuanta en qué puedes mejorar y qué otros aspectos de tu vida has logrado fortalecer. Recuerda compartir este post con tus amigos y déjanos tu opinión en los comentarios.


0 Comentarios

Deja un comentario

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *