Un niño puede ser absolutamente insoportable, podría escupir sobre sus padres, arrojarles cereal empapado en el rostro, garabatear en las paredes, ¡y aun así le amarían! Si a ustedes les dijeran que su hijo es una amenaza incontrolable, probablemente responderían: “¿Incontrolable? ¡Nuestro hijo está repleto de energía! Está desarrollando una personalidad dinámica y creativa”.

La mayoría de los padres aman a sus hijos sin importar cuán antipáticos sean. ¿Por qué? Porque se centran en el lado bueno de sus hijos. Aquí yace el secreto del amor.

Una definición del amor sería: “el placer que sentimos al reconocer las virtudes de otra persona e identificar a esa persona con esas virtudes”.

Para el católico, el amor es una obligación. La biblia dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22, 39). ¿Cómo puede la biblia ordenar una emoción? O la sientes o no – y punto.

El amor no es un avatar del destino, una sensación fugaz con la cual accidentalmente tropezamos (y de la cual nos deshacemos con igual facilidad). Es el resultado del esfuerzo que invertimos en apreciar las virtudes de otra persona. Amar implica elegir. Si nos centramos en la belleza interna de los demás, comenzaremos a amarles. Si nos centramos en sus defectos, nos desagradarán. El amor es una acción que se encuentra bajo nuestro control y, por ello, puede ser impuesto.

Estamos conscientes de que debemos amar a nuestros hermanos y hermanas independientemente de cuán desagradable sea su comportamiento. Podremos lograrlo si hacemos la vista gorda con sus aspectos negativos y reconocemos sus bondades internas.

Si ampliamos este proceso fuera de los círculos familiares, donde no estamos tan naturalmente motivados, podremos aprender a amar a todos. La clave para amar a los demás consiste en conocer sus virtudes.

Mientras mejor conozcamos las virtudes ajenas, más capaces seremos de amar y apreciar a los demás. Para amar a las personas, debemos ser expertos del conocimiento interpersonal y aprender a identificar sus cualidades. Ese tipo del trabajo que nos cae tan “pesado”, ¡enumeremos 20 cosas positivas que podamos ver en él! Hagamos listas de 20 cosas positivas para todos nuestros amigos.

Ciertamente es algo que vale la pena.

En resumen:

El amor es el placer que sentimos al reconocer la belleza interna de otra persona.

El amor no es un accidente. Es una elección que se encuentra bajo nuestro control. Si nos centramos en sus virtudes, les amaremos. Si nos centramos en sus defectos, nos desagradarán. Apreciemos las virtudes ajenas y esforcémonos en hacer caso omiso a sus defectos.

Descubriremos que somos capaces de amar incluso a la gente más antipática.


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