En fe y espiritualidad la apariencia física no importa, la que las personas pueden considerar la “persona más fea del mundo” puede ser en realidad el más grande y fiel seguidor de Jesús, pues la única belleza que necesitamos es la del alma.

Lo malo de los católicos de hoy es que muchos se preocupan por tener un físico increíble yendo al gimnasio o a las clases de zumba, haciendo dieta, tomando suplementos, pastillas y cuanto remedio encuentren, pero no se interesan por ponerse en forma espiritualmente ¿y qué sucede entonces? ¡Claro! Su apariencia espiritual se va deteriorando cada vez más, y se convierten en lo que hoy llamaremos gorditos espirituales.

Las personas anteriormente creían que un niño gordito estaba sano. Yo misma mientras crecía escuché a menudo que de seguro tenía una salud excelente, ya que tenía unos kilitos de más. Por desgracia, con el tiempo descubrí que, de hecho, era todo lo contrario y que incluso corría el riesgo de padecer diabetes u obesidad a causa de los dichosos kilos de salud extra.

Así sucede también en el área espiritual: puede que durante mucho tiempo pensemos que vivimos de manera correcta nuestra fe, que estamos haciendo suficiente, que no es necesario hacer nada más excepto ir a misa y hacer oración brevemente de vez en cuando. Sólo que ¡hey! No es de ninguna manera así e incluso todo esto nos afecta más de lo que pensamos.

Vamos a hacer esto, piensa en todas las precauciones que tomaste esta semana para cuidar tu cuerpo, tu salud y tu apariencia. Seguro que te vienen mil cosas a la mente, como el haberte puesto un suéter porque hacía frío, haber comido sólo 4 tortillas en lugar de 5 porque el pantalón ya te aprieta, o (y creo que todos coincidiremos en esto) simplemente el haber tomado un baño cada mañana porque pues… si no olemos feo ¿no?

Ahora piensa en todo lo que hiciste para cuidar y acrecentar tu fe, para conocer un poquito más a Dios, para cuidar tu salud espiritual. ¡Ah! Ahora sí está complicado ¿verdad? Y no vale hacer trampa, que el estar leyendo este post no cuenta. Entonces veamos ¿fuiste a Misa? ¿Diste gracias al Señor por tus alimentos? ¿Evitaste caer en tentaciones que sabes que te apartan de Dios? ¿Leíste la Biblia mínimo 10 minutos? ¿Hiciste oración?

Es triste que para la mayoría sea más importante cuidar lo externo que lo interno. Y no digo que preocuparte por tu apariencia esté mal, porque no lo está (a menos que sea en exceso, claro), digo que si así como te preocupas por tu exterior te preocuparas por tu interior quizá serías mucho mejor persona.

Así que, para que bajemos la pancita espiritual que de seguro todos tenemos, vamos a ponernos a dieta de pecados y a entrenar para fortalecer los músculos de la oración. En resumen, nos pondremos espiritualmente en forma, y para eso, igual que ocurre con lo físico, debemos hacer una serie de ejercicios que nos ayudarán.

Rutina de ejercicio para gorditos espirituales

Ejercicio #1 Oración

La oración es de las cosas más poderosas que existen y lo primero que hay que fortalecer. A veces no reconoces el valor que tiene el orar porque no sabes de qué se trata en realidad. Cuando oras hablas con Dios, no como si le enviaras un whatsapp o le dejaras un correo de voz, sino que es en verdad estar en presencia de Dios mismo para decirle lo que quieras.

Conozco personas que dicen que orar es demasiado difícil porque no saben qué hacer o de qué hablar, pero ¿es en serio? ¿Tienes a Dios frente a ti y no se te ocurre nada que decirle? En mi opinión un “gracias por haberte sacrificado por mí” sería un gran comienzo. Y nada de decir que Él sabe que estás agradecido, porque sí, tal vez lo sepa, pero le encanta escucharte decirlo.

Siempre hay que recordar que Dios no es indiferente a nosotros, te conoce a ti y a mí incluso mejor que nosotros mismos, es nuestro Padre y quiere ser nuestro amigo, pero para eso debemos pasar tiempo con Él.

Uno de los personajes de la Biblia que me encanta por su forma de orar es Daniel, en el capítulo 6 de su libro podemos leer que fue lanzado al foso de los leones ¿pero por qué? Fue precisamente a causa de la oración, pues se había firmado un decreto que establecía que no se podía alabar ni orar a ningún dios que no fuera el rey durante treinta días, y quien violara esta ley sería lanzado al foso de los leones. Pero Daniel siguió orando tres veces al día frente a su ventana, como solía hacerlo. El rey no tuvo otra opción que castigarlo, sin embargo, Dios no permitió que muriera devorado y salió ileso de la situación. Pero ojo, Daniel no sabía si iba a morir o no, pero no le importó porque prefería morir a dejar de orar.

“Daniel prefirió morir a dejar de orar.”

¿Y tú?

Indicación: Este ejercicio debe realizarse a diario durante al menos 10 minutos, e ir aumentando el tiempo gradualmente.

Ejercicio #2 Lectura de la Palabra

Es un complemento del ejercicio anterior, ya que durante la oración le hablas a Dios, y cuando lees la Palabra le escuchas. De esta manera, logras establecer un dialogo con Él y llegas a conocerle mejor.

Y por si estás pensando “¿y para qué conocerlo más, si ya sé lo básico de Él?” Te lo explicaré: no puedes amar a alguien que no conoces, ni hablar de él o mucho menos pedirle un favor, y sucede exactamente lo mismo con Dios: no podrás amarlo de verdad hasta que comiences a pasar tiempo con Él y le conozcas más, así como no puedes esperar que Él te bendiga o que obre en tu vida si primero no lo buscas.

Indicación: Dado que este es la segunda parte del ejercicio anterior, debe también realizarse todos los días durante al menos 10 minutos e ir incrementando este tiempo poco a poco.

Ejercicio #3 Confesión

Seguro que me dirás que tú ya te has confesado antes, sin embargo ¿lo haces con la suficiente regularidad? Hay que tener en cuenta que la confesión es como tomar un baño, sólo que para el alma. Como mencionaba al inicio del post, cuando no nos bañamos por algún tiempo olemos feo ¿cierto? Ahora imagínate lo que ocurre con tu alma si no te confiesas de manera regular. Sí, exacto: comienza a oler mal.

Entonces, si quieres mejorar tu apariencia espiritual, algo que no puede faltar es la confesión. Piensa que cualquier persona, por muy guapa que sea, no resulta atractiva si luce como si no hubiera tomado un baño en meses; nuestra alma tampoco se verá muy guapa si no le damos un buen baño en el confesionario.

Indicación: Aunque físicamente solemos tomar baños a diario, no es recomendable confesarse más de una vez por semana o podría caerse en el error de desestimar este sacramento. Lo más común es hacerlo una vez al mes o lo antes posible en caso de haber cometido un pecado grave.

Ejercicio #4 Eucaristía

Esta es fácil, porque todos hemos ido a Misa alguna vez, no obstante a menudo se desestima el enorme valor que tiene y se toma solo como una obligación. Esto ocurre porque no vemos más allá de los ya conocidos rezos y plegarias, pero cada momento de la Eucaristía tiene un significado mucho más profundo del que crees.

Ya desde el inicio se comienza con un canto de entrada en el que se da la “bienvenida” a Dios, para continuar con el acto penitencial en el que podemos pedir perdón por aquellos pecaditos que cometimos y disponer nuestra alma para recibir el Cuerpo de Cristo.

Luego de esto viene la Liturgia de la Palabra, que es uno de los momentos más importantes ya que es cuando Dios habla a su pueblo a través de las lecturas que se van desarrollando, y que son explicadas por el sacerdote durante la homilía.

La segunda parte comienza con la preparación del altar para el banquete eucarístico y la presentación de las ofrendas, momento en el que se da el diezmo (ya trataremos este tema en otro post) para después pasar a la consagración del pan y el vino, que es el centro de la Eucaristía.

Finalmente se reza el Padre Nuestro, se da el saludo de la paz y se llega al momento en que todo el pueblo (siempre que esté en condición) puede participar del Cuerpo y Sangre de Cristo. Termina con la bendición del sacerdote y una breve oración en la que se pide que el Señor permanezca el resto de la semana con nosotros.

Indicación: El ejercicio de la Eucaristía debe realizarse sí o sí cada domingo, pero para los más avanzados también está la opción de la Misa entre semana y puedes acudir el día que gustes.

Entonces… ¿Te apuntas a la #rutinaespiritual?

Los pasos ya los tienes, ahora tú decides si vas a continuar echando la flojera espiritual o le entras a la rutina para poner tu alma en forma y cumplir con nuestro deber como católicos, tal y como nos dice 1 Reyes 8,61:

“Los corazones de ustedes estarán enteramente con Yahvé, nuestro Dios, para caminar según sus preceptos y para guardar sus mandamientos”

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Hasta aquí la primera parte del post, veremos otros ejercicios más avanzados la próxima semana que harán crecer tu nivel de espiritualidad en gran medida. Recuerda compartir este artículo en tus redes sociales o con algún otro gordito espiritual que conozcas. Saludos y hasta la próxima.

 


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